Por: Rosa María de Dios
“Nunca se debe maltratar a un niño ni darle muerte porque es un hijo de Dios”
Hermanos tuve un sueño, un trago amargo que no puedo callármelo.
Con una débil sonrisa en sus labios sintió un feto dentro de un vientre materno un profundo dolor y su grito me alarmo. Una mano amiga le traicionó. Era su madre querida quien al no querer que él naciera le quitó la vida. Traspasándole un puñal en su corazón causándole muerte por tan grave herida. Ella siguió su vida con alegría. Su hijo desde el cielo a Dios por ella pedía llorándole todos los días por su mamá querida.
Unas alas de ángel le puso Dios y le hizo bajar a la tierra para que con mucho amor a su madre protegiera.
Ese duro corazón, al llegar un día al cielo, Dios se lo ablandó por las lágrimas derramadas de su hijo que ella de sus entrañas sin vida arrancó.
Yo, Rosa María de Dios, deseo que esas madres que a sus hijos no amen, antes de darles muerte llamad a las puertas de mi corazón. Dejadlos en esas puertas que yo haré un humilde pesebre en mi corazón para recibirlos en mis brazos como fue recibido el Mesías, el Hijo de Dios, en los brazos de María su madre dándole cariño, amor, y calor.
Siendo su madre adoptiva y viendo en esas criaturas el rostro de Dios pediré su ayuda para que este pobre pequeño y mío corazón lo engrande para que esos niños habiten dentro de él con toda la fuerza del amor.
Nunca se debe maltratar a un niño ni darle muerte porque es un hijo de Dios. Son ellos un regalo del Señor. Sus diminutas manitas de ellas recibiréis todas las madres caricias. Os ama en Cristo vuestra hermana.
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