Palmas que no cesan
La celebración del Domingo de Ramos mantiene vive en Alzira una antigua tradició
Los naranjos de esta ubérrima tierra ya están casi a punto de ‘esclatar’ su azahar; el campo viste de gala con perfumes embriagadores; el cielo azul intenso; al fondo, abrazando la ciudad por el este, cerca del Mare Nostrum, los montes del Salvador, de la Murta y La Casella. Esta es Alzira cuando irrumpe la recién llegada de la primavera. Vibran los sentidos y el alma tiene necesidad de pensar en Dios y ofrecerle su gratitud:
Ha llegado la Semana Santa, son los días santos del Señor que recuerdan el gran sacrificio y exigen meditación y penitencia. Son los días de la Semana Mayor.
Precisamente hoy, viernes, día de les miraetes, cuando finalizan el septenario de los Dolores de la Virgen de las parroquias de San Juan, por la Real Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores y en Santa Catalina, por la Cofradía del Descendimiento de la Cruz, el Devallament de la Creu, por la noche se disponen a celebrar el acto del Encuentro en la Plaza Mayor. Antaño, el Devallament partía desde el domicilio del matrimonio España-Signes y la de la Virgen de los Dolores desde San Juan rezando el Vía Crucis eran acompañados por un grupo de alcireños cantando motets e interpretando la música con instrumentos como el fagot y el trombón. Se encontraban en el límite de las dos parroquias frente el edificio de Acción Católica de San Juan.
El Domingo de Ramos la celebración litúrgica siempre ha sido la misma, pero no el acto que se realizaba hace poco más de treinta años tenía lugar en la Plaza Mayor, en el parterre o glorieta que se denomina ahora, tras la reforma de la misma allá por la década de 1920, por donde la plaza se dividía en dos por atravesar la misma la carretera comarcal de Xiva a Tavernes de la Valldigna. En aquel lugar se levantaba una tribuna desde donde oficiaban los actos los sacerdotes de las distintas parroquias de la ciudad, presididos por el arcipreste de San Bernardo, Francisco Albiol Bañón. Desde allí partían los participantes en la procesión de ramos y palmas. En 1967 quince cofradías formaban el conjunto que desfilaban por las calles de la ciudad con sus pasos en la tarde del Viernes Santo. Aquel domingo también asistieron a la procesión matinal, que comenzaba a las once y media de la mañana, once comisiones falleras que plantaban aquel año monumento en la ciudad. Los penitentes de las distintas cofradías desfilaron por orden cronológico de la procesión, con los resplandecientes y ricos sayales, con la cara descubierta y las valencianas con su traje regional, daban colorido y expectación al domingo de Ramos y su procesión matutina. Ellos portaban palmas y ellas ramos de olivo; mas atrás siguiendo el curso de la procesión la entrada en Jerusalén representada por un grupo de jóvenes pertenecientes a la Hermandad de Caballeros de Cristo en la Agonía, con Jesús montado en un pollino. En la tribuna, el muy reverendo arcipreste Francisco Albiol pronunciaba unas palabras alusivas al acto que se estaba celebrando. Después tras las oraciones que señala la liturgia, procedía a la bendición de ramos y palmas formándose a continuación una larga comitiva acompañando a los miembros de las cofradías diez bandas de música. Por otra parte, en aquella época, la procesión seguía otro itinerario. Desde la Plaza Mayor seguía por Pérez Galdós a Reyes Católicos, Piletes, Avda. Santos Patronos, Calderón de la Barca, Faustino Blasco, Mayor Santa Catalina a la parroquia del mismo nombre donde era celebrada la misa solemne con el canto del Passio a cargo de los sacerdotes oficiantes que interpretaban los distintos personajes, según nos cuentan los evangelistas.
Otro de los tradicionales actos que se celebran en el Domingo de Ramos es el tradicional Vial Crucis de la Archicofradía de Jesús Nazareno por las calles de la Vila hasta el Cristo.
Por otra parte siguen realizándose durante los primeros días de la Semana Santa los distintos traslados de los pasos a casa de sus respectivos clavarios para ser visitados entre el miércoles y viernes santo. Otro de los actos que tenían lugar en la misa de la Cena del Señor, era el lavatorio de doce ancianos del asilo Teresa Jornet y al terminar la misa las autoridades en corporación recorrían las distintas parroquias para visitar el monumento.
Al principio, les contábamos como se realizaba la procesión de Ramos; había costumbre en la bendición de palmas hacer entrega de una de ella artesanalmente tejida por las familia Boix -els datilers- en la que figuraba el escudo heráldico en la misma y al juez, comisario de policía y capitán de la guardia civil, ostentaban el escudo nacional.
En la fotografía el sacerdote que fue de Santa Catalina, José Domínguez Valor, entregando la palma al alcalde José Pellicer Magraner, también desaparecido.
Alfonso Rovira 29.03.1996
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