

Artículo de opinión de Xavier Cantera
“Ahora tenemos mantenernos despiertos y en forma para el otoño caliente que nos espera”
Una opinión más
Xavier Cantera
No me refiero a los edificios más valorados por estar en esta situación privilegiada de la costa ni tampoco quiero meterme con los chiringuitos que sirven copas mientras los pies de sus clientes se entretienen con la arena de la playa. Quiero hacer una oda, una alabanza a los cientos y miles de jubilados y varones, no tan jubilados pero igual de solícitos que, todas las mañanas, en cuanto abren las playas de España corren presurosos a plantar la sombrilla o sombrillas, según si tienen que cobijar bajo su sombra sólo a la parienta o también a sus hijos y nietos, en la verdadera, en la auténtica, en la genuina primera línea de playa bañada por las mismas olas. Es una gran misión encomendada y cumplida generalmente por los hombres mayores de la casa para que sus familias puedan, al mismo tiempo que disfrutan de la visión y de la brisa del mar sin estorbo alguno, sentir el orgullo de ser, en estos tiempos, las primeras en algo y no sólo por tener la más alta “prima de riesgo”, ya que ni la economía ni la política e incluso ni los Juegos Olímpicos satisfacen, frente al mundo, nuestro orgullo patriótico de ser los primeros en algo positivo. Al menos, miles de ciudadanos de a pie, nos proponemos ser los primeros en el cumplimiento de esta ilusión en la que no intervienen agentes externos que nos ponen zancadillas en nuestra calidad de vida y en nuestros derechos sociales, ya que esta misión sólo depende de lo madrugadores que seamos nosotros haciendo todo lo imposible por cumplir aquel refrán tan español de “a quien madruga (también para plantar la sobrilla) Dios le ayuda”. Durante unas horas, el silencio y el vacío de esta hilera continua de sombrillas y de sillas de playa situadas en primera línea ven pasar, sin pausa, una procesión interminable de cofrades y hermanas penitentes de la urgente y necesaria “hermandad contra el colesterol” que, con el escueto hábito de una o dos piezas, se esfuerzan por, antes que “caliente el sol allí en la playa”, hacer los kilómetros marcados en el menor tiempo posible con los que contrarrestar los abusos gastronómicos veraniegos y que, más tarde, contarán, como auténticas hazañas, a sus amigos en las estivales veladas nocturnas.
Después de escuchar al responsable del Banco Central Europeo que ahora dice que no quería decir nada con lo que dijo y después de escuchar a Rajoy que dice lo que no dijo en campaña, que no recuerda lo que es “al pan, pan y al vino, vino” y que nos explica las cosas como si fuéramos ignorantes cuando ahora resulta que sabemos de la crisis económica tanto como los mismos expertos, mejor será que nos dediquemos durante los días que nos quedan de agosto a madrugar y correr para plantar la sombrilla en primera línea de playa si queremos mantenernos despiertos y en forma para el otoño caliente que nos espera.
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