Las raíces de la mancomunidad
Se podrían acometer cualquier otro servicio de tipo municipal
Era viernes el 20 de octubre de 1972, cuando alcaldes y concejales delegados representantes de los ayuntamientos de los dos Riberas del Xùquer se disponían a celebrar la sesión extraordinaria para la constitución de la Mancomunidad de Municipios.
A las doce del mediodía llega a Alzira Antonio Rueda y Sánchez Malo; Gobernador Civil de la Provincia, al que acompañaba el setabense José Antonio Perelló Moralea; Presidente de la Diputación Provincial para presidir tan importante acto. Por parte de los ayuntamientos que iban a formar parte de esta experiencia de servicios mancomunados se encontraban alcaldes y concejales de Alzira, Algemesí, Banifairó de Valldigna, Benimuslem, Carcaixent, Corbera, Cullera, Favareta, Polinyá de Xùquer, Riola, Simat y Tavernes de la Valldigna.
Los fines para lo cual se iban a agrupar para formar la mancomunidad era principalmente para la prestación de servicios de incendios, recogida de basuras e instalación de mataderos para el suministro de la carne a las distintas poblaciones.
Una vez las autoridades provinciales ocuparon la mesa presidencial junto al alcalde de Alzira, José Pellicer Magraner, dio comienzo la sesión con la votación, siendo elegido presidente el alcalde de la ciudad anfitriona donde se estaba celebrando la reunión. Para el cargo de vicepresidente fue elegido Antonio Gisbert Ferrer, de Benimuslem y Manuel Rico Huguet, alcalde de Algemesí, como depositario, siendo vocales los demás representantes de los pueblos de la Ribera, allí presentes.
Una vez constituida la junta, el nuevo presidente de la recién estrenada Mancomunidad, José Pellicer Magraner, tomaba la palabra para decir entre otras cosas: En estos momentos en que se inicia la andadura de este nuevo instrumento de trabajo, proyectado para mejorar y facilitar nuestro desenvolvimiento colectivo, con la comarcalización de determinados servicios, muestro mi gratitud y reconocimiento a todos cuantos de alguna manera han colaborado para que este ansiado momento fuese una realidad. Permitidme que al contemplar el incierto futuro con las indudables ventajas que vamos a tener al programar la realización de determinados servicios, acomodándolos en su cuantía a módulos técnica y económicamente optimistas, de una envergadura extraordinaria.
El presidente apostilló que se había conseguido en los cinco años anteriores en que se estaba gestando la constitución de la nueva mancomunidad que hubieran desaparecido cuantos recelos y suspicacias que se habían acumulado en los largos años de historia vivida sin conocerse. Nadie pues -dijo- podría acusarles de que las cosas se hicieran precipitadamente, ya que se habían preparado normas para poner en marcha la implantación de los servicios comunes necesarios, sin estar convencidos de su conveniencia y de la necesidad de realizarlos.
Nuestra confraternización ha sido afectiva y lentamente desazonada que podría asegurar, sin temor a equivocarme, que se podían implantar los servicios comunes que creyéramos oportunos, sin necesidad de ningún reglamento. Convivimos en nuestras fiestas y nos ayudamos en nuestras improvisadas necesidades. Pero hoy se inicia un nuevo período, para mí de el más difícil; ahora vamos a tener unas reglas de juego, que si bien van a ser el cauce para que desarrollemos nuestras necesidades, también van a ser norma a los que había que sujetarse. De ahí la importancia que tiene el hecho de que cuantos vamos a formar parte de la Mancomunidad, ya estemos compenetrados y viviendo en común un sinfín de problemas.
Por su parte, el presidente de la Diputación de Valencia, José Antonio Perelló, instó a los representantes de la recién estrenada mancomunidad, a que al lado de los concretos servicios, para lo cual nacía la misma, se podrían acometer cualquier otro servicio de tipo municipal, así como otros muchos.
Las siguientes reuniones después de la constitución, se desarrollaron al mes siguiente y diciembre del mismo año y en junio del siguiente. Más tarde se haría cargo como presidente accidental, José Ferrer Marrades, en 1974 y en octubre de 1975 nombraron presidente a Enrique Rico Sanjuán; seguiría el alcalde de Alzira, Dr. Camilo Dolz Enguix y en octubre de 1983 sería elegido el que fue alcalde de Carcaixent, Vicent Plá i Noguera. La mancomunidad, que nacería en Octubre de 1972, dejó de funcionar no habiéndose disuelto en la actualidad.
En estos días se ha constituido una nueva Mancomunidad de Municipios de la Ribera Alta habiendo sido elegido el alcalde de l’Alcudia, Francesc Signes y en la Ribera Baixa se intenta recuperar la eficacia de una Mancomunidad que podría constituirse en breve plazo.
En la fotografía que acompañamos, un momento de la sesión constitucional celebrada aquel día del mes de octubre 1972.
Alfonso Rovira 19.01.1996
Añadir un comentario