Recuerdos muy bien amueblados
Se ha producido el óbito de nuestro amigo Pepe Ramírez, el martes 13 de mayo, festividad de la Virgen de Fátima. Por ello queremos dedicar unas líneas a través de la página digital EL SEIS DOBLE, para que las personas que disfrutaron de su amistad, como el que suscribe, le recuerden.
Las fábricas de muebles, muy abundantes en Alzira, realizaban en serie comedores con todas sus piezas, dormitorios, armarios, salas de estar con sofás, sus mesas de centro y butacas, imitando a veces estilos ya conocidos y otros de nueva invención. Es por ello, que muebles que podemos ver en los establecimientos de los anticuarios o aparecen en subastas, alcanzan precios astronómicos, porque ya es casi imposible encontrar en la actualidad aquellos carpinteros capaces de crear tales obras de arte.
En Alzira, hace más de medio siglo existían varias fábricas de muebles: los Llavador, Alfonso, Carbonell, Moll, Castells, Carreres, Bartolomé y Martínez, después estas dos últimas convertidas en las cooperativas San Bernardo y San José, respectivamente. Muchos artesanos laboraban en estas fábricas; se llamaban ebanistas los que fabricaban estos muebles, en muchas ocasiones en maderas preciosas. En principio, el nombre de ebanista deriva de “ébano”, la bella madera exótica de color negro que tanto llegó a usarse en los muebles de estilo Imperio, ya conocida en el Egipto milenario, que debido a su valor se utilizaba, incluso como moneda y pago de tributos entre los reinos.
Entre el pueblo ordinario, los muebles de una casa solían ceñirse a las necesidades más primarias; mesa para comer, algún taburete para sentarse, una cama y a lo sumo un arcón para guardar las ropas. En algunas ocasiones, el campesino era su propio carpintero que confeccionaba, como podía, aquellos muebles que le resultaban imprescindibles.
De todas aquellas fábricas que existieron en Alzira, hoy recordaremos la de Muebles Ramírez, de la calle Mayor Santa Catalina, 26, flanqueada por las casas de Juan Mizzi y la librería de Francisco Minguez, donde además de la adquisición de libros se aprendía la escritura a máquina.
José Ramírez Pérez, iniciador de la saga de la familia dedicada a la fabricación de muebles, se inició en la fábrica de Llavador, de la placeta del Forn, donde llegó a oficial. Cariñosamente le llamaban los compañeros Pepe “el nano”, aún era casi un niño. Al banco donde trabajaba, le añadieron una plataforma para llegar a la superficie donde laboraba. Iniciada la década de los años 40 del pasado siglo, el padre de los Ramírez junto con Piera, que más tarde se dedicaría a fabricar carros y carrocerías para camiones en la calla doctor Ferrán, abrieron un pequeño taller en el número ocho del carrer Nou, hoy Santa Teresa, al lado del hostal de los Iborra. Hacia finales de la década se separaron y Pepe Ramírez abrió su fábrica en la calle Mayor Santa Catalina, que había sido tienda de los fabricantes de muebles Bartolomé y Martínez. Allí secundaron al padre sus hijos Pepe, Jaime y Rafael, aunque Jaime dejó está labor para ingresar en la banca a los 18 años. En la parte del edificio que daba a la calle mayor, se situaba la tienda y en la trasera en la calle doctor Ros, estaba el taller. En él trabajaron Camilo Carrión, Francisco Gómez, Salvador Núñez, Enrique García y Eugenio Taballo. Hubo también como montadores de los muebles, Paco Martínez, Manolo y Enrique; que comenzaron como aprendices a los 14 años. Como dato curioso les contamos que amueblar una casa en aquellos años ya lejanos podría alcanzar el costo entre veinte y treinta mil duros. Estos eran trasladados a los domicilios respectivos con carritos de mano que se alquilaban en las posadas al precio de dos reales la hora.
En este local de los Ramírez, en los años 30 del pasado siglo, estaba el casino “El Siglo” y al principio de la calle, en la plaza de Santa Catalina, otro casino, el “Paraíso”. Como quiera que donde está hoy en cine Colón, antiguamente estaba el Hotel Colón, se decía que “desde el Colón al Paraíso, había un siglo”.
Llegó la jubilación del padre, continuando los hermanos Pepe y Rafael; luego la “alcanzó” Pepe, quedándose Rafael, hasta que en los primeros años de haberse comenzado el siglo XXI, éste último, cerró el negocio que había estado fabricando y vendiendo muebles durante más de 50 años. Hoy, en esta calle, donde tanta gente la transita por tan tortuoso piso, ya no existe Muebles Ramírez. Como todo, pasó a la historia que hoy reflejamos en estas letras.
Sus amigos de tertulia y “esmorzaret” del Pub Londres y del Yacarta, que le tenían gran estima, también notan su falta.
Descanse en paz nuestro vecino y amigo Pepe Ramírez.
Alfonso Rovira
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Desde estas líneas queremos agradecer todo vuestro apoyo y el ánimo que nos habéis transmitido. Han sido muchas las muestras de cariño recibidas, tanto a nivel personal, por teléfono y a través de mensajes, como con vuestra compañía en el tanatorio y en el entierro. Gracias a todos.
Familia Ramírez Rubio
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