Negocios sobre ruedas
Bernardo Rosell Ferrer, un alcireño al que siempre recordaremos como un trabajador nato
Hoy queremos recordar a un hombre sencillo, llano, que sabía poc de lletra; el siempre decía que había aprendido a signar su nombre firmant lletres. Pero supo siempre, con inteligencia nata, salir a flote airoso.
Bernardo Rosell Ferrer trabajó desde muy niño con sus padres y hermanos Emilia, Paco, Enrique, Alfredo y Ernesto en el negocio del transporte de mercaderías. Vino al mundo con el siglo presente, casi en el ocaso; fue el 1 de Enero de 1900, cuando nacía en la casa de sus padres de la calle Bailén, donde tenían el corral para albergar los carros y animales de tiro. Con ellos comenzó sus primeros pasos en el transporte cuando contaba poco más de diez años.
En aquella época, a primeros de siglo, el medio de transporte se realizaba prioritariamente en carro. Desplazarse a Valencia costaba ocho horas de viaje de ida y otras tantas de regreso, siempre cargados hasta la sorra, bien con mercancías para embarcarlas en el puerto, como podrían ser naranjas de nuestros huertos, verduras para el Mercado Central realizando este recorrido tres veces por semana.
El So Bernat era un hombre de aspecto patriarcal que llevó, nunca mejor dicho, las riendas de negocio siempre sobre ruedas. Cuando contrajo matrimonio continuó con el mismo trabajo independizándose de la casa paterna, pero siempre con el carro como medio de transporte.
En 1928 le surgió la oportunidad de comprarse un camión, que era bastante barato, lo que ocurría es que escaseaba el dinero y le resultó caro. Lo adquiriría a plazos puesta esta modalidad ya había sido inventada.
En 1932, con mucho esfuerzo, ya tenía su pequeña flota de camiones pero, al llegar 1936 y dar comienzo la Guerra Civil se esfumó todo teniendo que comenzar de nuevo al terminar la contienda fratricida colocándose en la Colla que era el Grupo Sindical de Carga y Descarga; un equipo de hombres forzudos que se encargaban de descargar sacos muy pesados, entre otros menesteres. Se encontraba la oficina de la Colla en un pequeño habitáculo de la Plaza Mayor, entre el desaparecido Bar Valencia y los Seguros Andújar.
Más tarde adquiriría camiones que estaban más baratos en el mercado por ser de segunda mano, comenzando de nuevo a trabajar. De fuentes orales hemos podido saber que los transportistas alcireños los agruparon en una especie militarizada, como carabineros, entre ellos se encontraba Rosell Rovira; Sanjuan, Rialla; Martín, el Bort; y Ferrandis, el Cabiscol. De la organización se encontraba al mando Pascual Yago.
Años después, Bernardo Rosell tendría su propia empresa ubicando su primer garaje en el Camí Nou de Gandía, al mismo lado de lo que fue el molí d’arroç de Gimeno, trasladándose a continuación a la calle La Unión, 45, que era la última casa, ya que después eran plantaciones de naranjos y por último el garaje fue en la calle Hort dels Frares, en el almacén de Bernardo Ferrer Gordó, el Paulí.
Los destinos de las mercaderías más frecuentes eran Barcelona y Madrid; al extranjero viajaban a Francia, Inglaterra, Holanda... pero todos los días hacían la ruta a Bruselas: era para ellos como ir a Carlet.
Sorprendía oír con frecuencia a este hombre incansable a su avanzada edad, casi nonagenario, que en su vida la tenía casi todo hecho, cómo la palabra trabajo fluía con facilidad de flor de labios y al preguntarle cuando se retiraba, nos contestaba taxativamente ¡quan em muira!
Bernardo Rosell dejó de trabajar al abandonar este mundo el 7 de Mayo de 1991, a los 91 años. Un cuarto de hora antes de fallecer se encontraba hablando con Pepe Ripoll, exportador de frutas, indicándole que le cogieran las naranjas de su huerto, ya que era avanzada la fecha y les taronges es podrien cucar.
El So Bernat, al que conocimos con el cariñoso apelativo de Rovira, en la época en que su trabajo se realizaba en carro, participó en muchas ocasiones en concursos de tir i arrosegament -tiro y arrastre- como nos muestra la foto de 1953 en su actuación en el campo de deportes de Venecia dirigiendo la reata de las caballerías, cuyos propietarios eran Sendra, de Alberic; Chaparro, de lunar y l’aca careta, de Bernardo Ferrandis Armengol.
Un alcireño al que siempre recordaremos como un trabajador nato.
Alfonso Rovira 13.10.1995
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Rovira, yo recuerdo que tenía sus oficinas entre l juguetería que estabe junto a la casa de Juanito Ortega y el bar Alzira, algunas veces de joven lo veía sentado en un kiosko que estaba en esa parte de la placeta sentado con amigos, bajo el gran árbol que allí existía. pero ignoraba todo lo referente al inicio de sus transportes Rovira. saludos y un abrac perque per esto díes es el tu cumpleaños felic.
Añadir un comentario