Los Santos Patronos se inclinan
Esperemos que no llegue el día que tengamos que lamentar el que se vengan a tierra
Desde que un oficial del ejército, con una compañía de soldados, se dedicaba a la limpieza del barro procedente de la pantanada, a finales de octubre de 1982, detuvo el tránsito rodado en las cercanías del casalicio de “les Germanetes” por parecerle que debido a las fuertes avenidas de las aguas había dañado su base y se encontraba inclinado hacia el eje del vértice de su triángulo, casi nadie se ha preocupado de esta incidencia que vemos peligrosa cada vez que pasamos por sus cercanías.
Los casalicios de los Santos Patronos, en el antiguo y desaparecido puente, los mandaron construir en 1717 dos alcireños: Nicolás Bas y el canónigo Cervera.
A principios de este siglo, las autoridades locales proyectaron la conveniencia de sanear el río Barxeta, rellenando el cauce que dividía la Vila del Arrabal de San Agustín, justificante de que nuestra Algetzira era una isla. Una vez realizado el proyecto y desviado el río hacia el Júcar en la partida Materna, a principios de 1966, la corporación que presidía el alcalde José Pellicer Magraner encargó al desaparecido profesor municipal de dibujo Ricardo Fluixá la dirección del desmontaje y reposición de los casalicios de los patronos de la ciudad, ubicándose más al centro de la nueva avenida. De la numeración de las piedras sillares para su correcta composición más tarde se encargó el pintor Blas Navarro, “Blayet”.
La reconstrucción no fue fácil, me contaba el señor Fluixá. Había muchas piedras sillares, capiteles, fuste, entablamento y cornisas carcomidas por la enfermedad de la piedra. Para reemplazar estas piezas se trajeron de un descampado de la vecina población de Carcaixent, procedentes de alguna casona antigua, bloques de piedra de la misma cantera.
Por otra parte, las imágenes que fueron derribadas en 1936, la de San Bernardo se sacó del cieno del río sin cabeza; esta la modeló el escultor alcireño Enrique Casterá Masiá; el brazo derecho del santo de Carlet y mártir de Alzira, se recuperó roto y así aparece en nuestros días, en su casalicio, atado con unos alambres, después de su reposición hace 28 años. Del casalicio de las hermanas, en cuyo remate figuraban las pequeñas imágenes de Santa María, Santa Lucía y Santa Bárbara aparecieron decapitadas modelándolas y reponiéndolas el escultor Antonio Ballester, en el taller de Elías Cuñat. Una de las figuras de piedra, la de Santa María cayó el río y fue recuperada, no siendo así la de Santa Gracia que fue a destrozarse sobre la calzada del puente y los restos, según el señor Fluixá fueron trasladados junto a los escombros de la iglesia de San Agustín, para el relleno del “cami fondo”. De otras fuentes hemos podido saber que fueron a parar a la cimentación del edificio de correos que por aquellas fechas se iniciaron sus obras. Las tres imágenes que coronan el casalicio de San Bernardo, San Silvestre, San Gregorio y San Agustín las labró de base Antonio Ballester, mientras que la que corona el casalicio fue esculpida por Leonardo Borrás.
Volviendo al tema que nos ocupa. A principios de 1967, siguiendo con la remodelación de los casalicios, una vez desaparecido el arco mayor del puente recayente a la Vila y enterrado intacto, bajo el relleno para la construcción de la Avenida, el más pequeño que daba a la parte del Arrabal de San Agustín, continuaron las obras para situar los casalicios en el centro de la misma, apartados unos metros de donde primitivamente descansaban, sobre unas fuertes torres de piedra que descendían hasta el lecho del río, no teniendo documentación alguna de la profundidad que alcanzaban estos machos. Al desplazarse fuera de su primitivo lugar y no tener el punto de apoyo necesario, ya que descansan en una losa que podemos ver en la fotografía que acompañamos, las partes laterales, es decir los que forman el triángulo, donde hoy se apoyan los casalicios de piedra, el relleno ha ido tomando asiento y al no haber pilotaje alguno debajo, hace que cada vez la inclinación cada vez sea mayor, con el peligro de que se venga a tierra, si no se toma cartas en el asunto. Por supuesto que en la parte central de los mismos nunca se notará desnivel alguno ya que descansa en la calzada del puente.
Han transcurrido 28 años de que se dio por finalizada la reforma, el casalicio de “germanetes” cada vez lo vemos más inclinado; el de San Bernardo, un poco menos, pero también ha cedido. Esperemos que no llegue el día que tengamos que lamentar el que se vengan a tierra.
Alfonso Rovira 05.05.1995
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