Poema de María Fernández
Humanos, ¡ahí queda eso!
Después de las maravilla que había creado Dios,
quiso coronar su obra con algo mucho mejor,
que fuera el broche de oro de la augusta creación.
Tras pensar y más pensar, se le ocurrió a Dios hacer
algún ser insuperable: y fue y creó a la mujer.
Cuando la tuvo delante, la miró con embeleso
y exclamó lleno de orgullo: humanos, ¡ahí queda eso!
Era un ser maravilloso... era un canon de belleza...
era el ser más admirable de los pies a la cabeza.
Dos ojos como luceros en un rostro angelical,
labios de rosa y de grana, no se puede pedir más;
dos pechos, bravas turgencias como nevadas montañas,
y la potencia de Dios creadora en sus entrañas;
sus manos, como palomas que acarician al pasar,
y sus piernas, dos gacelas que la incitan a volar.
Pero en el jardín llamado Paraíso Terrenal,
apareció una carcoma, un asqueroso animal,
que celoso de las manos acariciantes de Adán,
en los senos de la diosa, cruel se quiso instalar
intentando despiadado su beldad menoscabar.
Bicho maligno y odioso, hecho de ruindad y celos:
en nombre de Dios bendito yo conjuro a los galenos,
te destierren sin piedad a los profundos infiernos.
Y a nuestras bellas huríes, que peleen con empeño,
y con tesón y coraje, al enemigo venciendo,
sean un bastión seguro y continúen sabiendo
que son siempre lo mejor; lo más bello siguen siendo.
María Fernández
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Precioso poema, das con tus palabras una gran belleza a la mujer , espero que sea leido con el mismo sentimiento con que tu lo has escrito y no salga ningun machista dando la vara.
Este mal que ataca a la humanidad -el cancer- espero que algun día sea erradicado, los investigadores llegaran a conseguir el tratamiento que lo vencerá.
A seguir componiendo poemas para que otros los podamos disfrutar.
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