

Carteros con sello propio
Los tartaneros, con el avance de la técnica se modernizaron; sustituyeron las vetustas tartanas por vehículos a motor
La necesidad de relacionarse las familias y los pueblos ha sido de siempre. Sin embargo, la invención de los correos y postas, como institución oficial de todo el mundo, no es de época muy remota.
En el transcurso de los siglos, pueden advertirse en los correos tres primas importantes: servicio individual a cargo de peatones, jinetes o barqueros, que recorrían siempre el mismo trayecto. Servicio del Estado, que se destinaba únicamente a fines militares y políticos dependiente de los gobiernos.
En el primer caso, se encontraban los peatones asirios, griegos y romanos. Como ejemplo de la segunda forma, ofrece la historia multitud de casos, citándose como notables los de Atajerjes, los de la República romana y los de Alfonso X el sabio. La tercera forma se ha usado por distintos gremios y aún se emplea en nuestros días en determinados casos.
Cabe a Cataluña el honor de haber establecido el correo para uso público antes que los demás estados europeos. En 1116 ya funcionaban los troters, que luego pasaron a la Corona de Aragón y fueron mejorados por Jaime I el Conquistador y Pedro el Ceremonioso, dictando sus ordenanzas Alfonso V en 1417. Pero fue en el Siglo XIX, cuando los crecientes adelantos y exigencias de la industria, el comercio, la prensa y la banca quienes hicieron poner el correo a la altura de los tiempos, facilitando la perfección de comunicaciones en caminos, lo que dio mayor impulso siendo la invención de los sellos y timbres postales.
En Alzira, el transporte de la estafeta de correos, cuando se ubicaba en la plaza de Santa Catalina, ahora denominada de la Constitución, allá por los años cuarenta, el tráfico de las valijas del correo entre la oficina y la estación de ferrocarril y viceversa se realizaba en tartana, arrastrada por un caballo. Bruno Butiñá tenía la contrata para desempeñar este servicio; disponía de dos tartanas que encerraba en su casa de la Plaçeta del Forn. Una de ellas era conducida por él mismo al pescante y la otra por su suegro, Bernardo Marimón, el ‘So Bernat’ y alguna que otra vez por su nieto Brunet. El ‘So Bernat’ estuvo al pescante de su tartana conduciendo su jamelgo hasta la avanzada edad de más de ochenta años. Al fallecimiento de Bruno, titular de la contrata del transporte del correo, le sucedió su hijo Brunet, regentado por su madre, Rosa Zamora, hasta que Brunet marcho a trabajar a Francia y la señora Rosa paso a modernizarse, cambiando las tartanas por un dos caballos. No es que la tartana era tirada por dos caballos, si no que por aquella funcionaba la popular furgoneta así denominada.
Bruno Butiñá, encargado de conducir la tartana, viajaba en el mismo habitáculo que Lucas Alonso González, para la custodia y entrega de las valijas del correo al vagón correspondiente para su transporte a otras poblaciones. El cargo de Lucas Alonso en la plantilla de la estafeta de Alzira, era de peatón, quien al mismo tiempo era el encargado de distribuir la correspondencia a los residentes en los alrededores de la estación de ferrocarril. Mas tarde se creó un reparte de correspondencia a los que viven en las partidas de nuestra población, cargo que desempeñó como cartero rural Juan Bella Peiró, al que vemos en la fotografía a la puerta de la oficina de Correos en la Calle Júcar, cargado con la cartera y conduciendo una moto Guzzi, dispuesto a partir para el reparto por las zonas rurales de la ciudad.
Pasaron los años y los tartaneros, con el avance de la técnica se modernizaron; sustituyeron las vetustas tartanas por vehículos a motor transformándose en taxistas. Pero la señora Rosa Zamora no dejó su tartana destinada al servicio de correos hasta bastante tiempo después.
Fallecieron el señor Bruno, el ‘So Bernat’, la señora Rosa y, hace unos años, su hijo Brunet, pero el servicio del transporte del correo, que ya no enlaza con la estación de ferrocarril, si no que lo siguen haciendo con los pueblos de alrededor, continuando la labor de sus familiares desde que hace casi cincuenta años que comenzaron este servicio.
Una familia alcireña, los Butiñá, que siguen transportando el correo casi medio siglo.
Alfonso Rovira 03.02.1995
Añadir un comentario