El ejercicio físico nos acompaña desde la infancia hasta la vejez
Nuestra condición de seres vivos con capacidad de movimiento e interacción con todo lo que nos rodea hace que la actividad física esté presente en cualquier ámbito de nuestra vida: en el trabajo, en la escuela, en el tiempo libre, en las tareas cotidianas… nos acompaña desde la infancia hasta la vejez.
La actividad física orientada hacia la salud y el bienestar es para todas las personas, porque todas pueden realizar alguna actividad de la que pueden obtener beneficios saludables. Para ello, debe cumplir una serie de características:
Adaptarse a las diferencias personales.
Tener una intensidad que permita a cualquier persona una práctica constante durante largo tiempo.
Ser habitual y frecuente de manera que forme parte del estilo de vida de las personas.
Satisfactoria.
Relacional, es decir, que permita la interacción positiva entre las personas.
Respetuosa con el medio ambiente.
Es por ello que se puede afirmar que los mayores beneficios se obtienen con niveles de actividad física bajos o moderados. A partir de ciertas cantidades de actividad los riesgos aumentan y pueden ocasionar problemas.
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