Artículo de opinión de Xavier Cantera
Tenemos todo el derecho a quejarnos cuando un servicio público no funciona bien o no satisface nuestras aspiraciones
Una opinión más
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Tenemos todo el derecho a quejarnos cuando un servicio público, que financiamos con nuestros impuestos, no funciona bien o no satisface nuestras aspiraciones para las que fue creado. Pero también, creo que debemos decir algo cuando la experiencia es positiva y la respuesta que recibimos del servicio público nos satisface plenamente para, primero: dar a conocer que funciona bien ese servicio y que la ciudadanía se entere; segundo, para que sepamos valorar los servicios públicos que son "nuestros", de todas las personas y tercero, para poner en valor el trabajo del personal profesional que atiende el servicio y la gestión de la entidad que los dirige.
Y creo que esta valoración, en voz alta, es positiva siempre, pero especialmente, cuando se trata de servicios dedicados a las personas mayores, enfermas o con diferencias funcionales, porque, fundamentalmente, si funcionan bien es debido a las personas profesionales que trabajan en dichos servicios. También tiene responsabilidad sobre los buenos servicios la entidad o empresa que está detrás de esos profesionales porque ha sabido escoger a las personas más competentes, a quienes tienen mayor sensibilidad para estas labores y porque vigila el funcionamiento diario del servicio público que se le ha encomendado mediante un concierto municipal de gestión con la supervisión de la Consellería, como es el caso de la Residencia Municipal de Personas Mayores gestionada por Sercoval, un grupo cooperativo de segundo grado o unión de cooperativas, sita en C/ Guerrillero Romeu.
A final de julio tuve ocasión de conocer de cerca y desde dentro el perfecto funcionamiento de esta Residencia, desde el momento en que su responsable, Encarna, realizó una magnífica entrevista de acogida, pasando por las atenciones curativas, asistenciales, alimenticias, llegando a un nuevo traslado al hospital para ser tratado, mi amigo, de una dolencia urgente hasta que, otra vez en la residencia, mi amigo y compañero de estudios nos dijo adiós. Me reafirmo en que "son las personas profesionales" quienes, principalmente, hacen suaves, humanas y dignas las horas de una persona encamada, llagada y terminal, tanto para el enfermo como para su familia. Los días en que le visité en la residencia, a pesar de su gravedad, le vi abrir sus ojos, sonreír, susurrar algunas palabras, decir un ¡Oh! de alegría cuando su mujer entró en la habitación. Expresiones estas que no constaté los días en que le visité en el hospital. En el cual, creo que hace falta más personal para dar más calidad a las atenciones terminales porque el que hay, siendo también extraordinario, no llega a todo. Puede estar nuestro Ayuntamiento tranquilo por la gestión de Sercoval como gestor del servicio público de la Residencia Municipal y también la ciudadanía. Claro que la mía es una opinión más, con la que reinicio esta temporada de colaboraciones en EL SEIS DOBLE sin esperar a septiembre. El tema lo merecía y como homenaje a mi amigo.
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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