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EL SEIS DOBLE
jueves, 30 de julio de 2009
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Tortosa, durante la entrevista, en la sede de Etnor
Foto: José Aleixandre
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 Entrevista
Emili Tortosa, alzireño ex director general de Bancaixa

De botones y repartidor de cartas en bicicleta por Alzira ascendió a la dirección general de Bancaixa, de la que salió para no soportar más presiones políticas


De adolescente lucía usted en la cartera los carnés de Acción Católica o el Frente de Juventudes, pero cuando le preguntan por sus poetas de juventud cita a Miguel Hernández, Machado y Martí i Pol. Sin más datos suena a cierto Photoshop biográfico…

Pues no. Yo he sido muy creyente y eso me llevó de joven a subscribirme a la revista Vida Nueva. En una de sus contraportadas encontré un poema de Hernández, Soneto a María Santísima, a cuyo autor se calificaba de poeta maldito. Eso azuzó mi curiosidad, pero parecía imposible encontrar obra suya. Hasta que un amigo me dirigió a la librería Brotons de Alcoi, de cuya trastienda me sacaron las Obras Completas y me las vendieron a mil pesetas. También me ofrecieron a Alberti y luego, claro, leí a Machado y a Martí i Pol. La poesía siempre me ha interesado.

A lo largo de su vida ha cargado usted hasta el cansancio con el apelativo de beato.

Detesto profundamente ese término en su sentido peyorativo, pero entiendo que en aquellos tiempos lo llevaba el ambiente.

Y a pesar de ese perfil meapilas, entra usted en el franquismo en contacto y hasta en negocios con personas entonces tan identificadas con la izquierda como Josep Garés o Rafael Blasco…

Yo estaba comprometido con organizaciones diocesanas. Montábamos campamentos. Allí empecé a trabar amistad con personas si no izquierdosas sí al menos inquietas, preocupadas por el hambre y esas cosas. Escuchábamos a Raimon, nos pasábamos fotocopias con poemas de Neruda y Alberti. De aquellos encuentros empezó a surgir la idea de que en Alzira hacía falta una librería.

Y se embarcó usted con Garés en la Llibreria Xúquer, que tantos dolores de cabeza le causaría.

Garés era un marxista y yo un cristiano progresista. Nos unía la ilusión de abrir una librería. Por allí fue acercándose Rafael Blasco, que pronto hizo piña con Garés. Por lo visto, estaban vinculados al FRAP, pero yo no sabía nada. La teoría de la policía era que la librería financiaba el FRAP. De pronto me encontré con el establecimiento cerrado, Garés desaparecido, mi cuñado, que trabajaba en la tienda, detenido; la casa de mis suegros registrada, y amigos aconsejándome que me escondiera o que me deshiciera de todo documento comprometedor. Llené una maleta de papeles y los escondí.

Y acabó desvinculándose de la librería por miedo a que aquella movida abortara su ya prometedora carrera de financiero.

Sí, evidentemente eso era un temor. De hecho, la policía me amenazó con remitir mi expediente a la Caja. Pero yo, al primer encontronazo, me fui al director general adjunto de la empresa, el carcaixentí Eugenio Pellicer, y le conté todo lo que me pasaba. Al final, en 1973, Garés me ofreció comprarme mi parte y acepté. Lo cobré todo en libros y discos.

Su perfil político parece alejarse de la derecha casposa. ¿Tiene alguna explicación de porqué no se consolida en la Comunitat Valenciana un proyecto democristiano y nacionalista similar a los de CiU o el PNV?

Se diga lo que se diga, el meninfotisme social sigue en vigor. La gente no quiere complicarse la vida. Ese tipo de propuesta política no tiene representación en las instituciones valencianas ni la tendrá. Carecemos de una historia que nos arrastre.

Las trabas insalvables para la fusión entre Bancaixa y la CAM ¿son un reflejo más de la imposibilidad de articular este país?

Es un ejemplo de libro. Con Alicante es muy difícil. En Castelló no es lo mismo. Allí se consiguió la fusión siendo yo director general. Costó, pero no fue imposible. En Alicante es complicado. Aunque a partir de ahora va a depender mucho de la deriva que tome esta crisis. Ya se ha iniciado una reestructuración del sector con fusiones entre cajas andaluzas y catalanas. Las cajas se aventuraron a expandirse fuera de sus zonas naturales, en ámbitos desconocidos para ellas. Eso ha disparado la morosidad y sus problemas pueden obligar a una reestructuración.

¿Le parecen viables Bancaixa y la CAM por separado?

Sí, de momento lo son. Son dos buenas cajas bien gestionadas.

La mejor etapa de su carrera profesional al frente de Bancaixa coincide con el mandato de Lerma en la Generalitat y llega a su fin con el acceso de Zaplana. ¿Alguna explicación sin ira?

Yo siempre he presumido de independencia. Cuando llegué a la dirección de la Caja no conocía a Lerma. Tenía conocidos en el PSOE, pero a Lerma me lo presentaron cuando yo ya había asumido el cargo. Él nunca se entrometió en mi cometido. Cuando hablábamos de cualquier cuestión, su frase más habitual era «tú sabrás…»  Pero Zaplana me soltó de buenas a primeras: «Las cajas son públicas y aquí mandamos nosotros».

Fue el inicio de una etapa de continuas injerencias…

Cuestionó desde el principio la composición del consejo de administración. Me reprochó injustamente que estuviera formado por representantes de los impositores y no por políticos. Quería cambiar a los consejeros pese a mis advertencias de que estaban elegidos por ley para cuatro años. Le dije que para eso había que cambiar la ley y acabó cambiándola para conseguir la mayoría en la asamblea y en el consejo. Intentó forzar la fusión con la CAM. Quiso entrar en el Banco de Valencia, que acabábamos de comprar, y tuvieron que advertirle desde Madrid de los efectos perniciosos que eso podía tener para la economía valenciana, porque el banco cotizaba en bolsa.

Me imagino que todo eso trufado de directrices en relación a las inversiones…

-¡Puf! Zaplana tenía un hombre para eso, José Manuel Uncio, director del Instituto Valenciano de Finanzas, que me llamaba continuamente: «Que dice el presidente que hay que invertir tanto en el parque temático, tanto Bancaja, tanto la CAM, tanto el Banco de Valencia». Y quien dice Terra Mítica, dice el hospital de la Ribera y tantas otras cosas. Pasar de que te digan «tú sabrás» a que te marquen cada paso resulta insoportable para alguien como yo.

¿En qué momento se dio cuenta de que no le quedaba otra salida que irse?

Cuando quisimos comprar el Banco de Murcia. Queríamos expandirnos por esa zona y resultaba más barato adquirir el banco que abrir oficinas. Planeamos que fuera el Banco de Valencia el que comprara el de Murcia. La Comisión Nacional del Mercado de Valores exige absoluta discreción en ese tipo de operaciones, así que lo llevábamos con el máximo sigilo. No le habíamos dicho nada a Zaplana. Pero hubo una filtración. Cuando Zaplana se enteró, me retiró el saludo.

Pero, ¿por qué estaba en contra de la operación si resultaba beneficiosa para la entidad?

Porque no la había hecho él.

Así que usted vio que había que largarse…

Pensé que era mejor pactar una salida mientras pudiera hacerlo. Mi obsesión era que no desmantelaran el equipo de trabajo que tanto me había costado formar y que tan buenos resultados había dado. Le ofrecí al entonces presidente, Julio de Miguel, marcharme a cambio de elegir a mi sucesor. Consintieron que me relevara Fernando García Checa, a quien había preparado y que para mí era quien mejor perfil tenía.

¿No deberían ustedes, los ejecutivos financieros, entonar a coro el «mea culpa» por el desastre económico mundial creado tras años de suculentas burbujas inmobiliarias e hipotecas irresponsables?

Yo no, desde luego. Mi etapa al frente de Bancaixa es anterior al boom inmobiliario. Además, creo que la responsabilidad hay que pedirla a ciertos financieros.

¿Es usted optimista respecto a la salida de la crisis?

A corto plazo, en absoluto. El proceso será largo.

Como presidente de Etnor  ¿Se ve capaz de convencer a alguien de que la ética puede tener cabida en los negocios?

La sociedad ve esos dos conceptos como si fueran agua y aceite. Pero han aparecido empresas e instituciones que han creído que la ética es una inversión a largo plazo. Una empresa puede hacer una suspensión de pagos ética, para salvar el negocio, o aprovecharla para tomar el dinero e irse. Hoy por hoy, la respuesta de las empresas es minoritaria, pero  nuestro objetivo es a largo plazo.

Xavier García

 

Publicado en Levante-EMV el 26.07.2009

El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.

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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia

Benito - 30/07/2009
Vaya, vaya Rafael Blasco, quién lo ha visto y quién lo ve... ¿Alguien puede creerse a una persona así cuando sale soltando sus peroratas electorales? Pero por algo dicen que arrepentidos los quiere Dios (Esto es un ejemplo de que los políticos solamente buscan el sillón aunque tengan que cambiarse de chaqueta).
Cliente Bancaixa - 30/07/2009
Desde hace unos 5 años vuelvo a ser cliente de Bancaja, antes ya se encargaron ellos mismos de que me fuese bien caliente de ese banco, la entrevista muy bien pero menos mal que ahora vuelve a ser pública porque hemos salido ganando.

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