Artículo de opinión de Xavier Cantera
“Quiero agradecer públicamente el trato tan exquisito con el que la falla y su junta nos han favorecido para el cumplimiento de todas nuestras demandas”
Una opinión más
Sí, ahora sí, con toda la fuerza que contienen la palabra y la realidad de ser “vecina”. Las fallas, por su origen, su dinámica y, sobre todo, por el escenario donde plantan el monumento, son o deben ser las mejores vecinas de sus vecinos. Así lo dice el “Fallero”: “I van juntant lo que els veins els van donant”, asegurando que esta donación sea mutua, en las dos direcciones. Lo importante es la calidad del vecindario, no el hecho geográfico sino que se potencie la convivencia vecinal, la proximidad de intereses para lo cual la falla tiene que conocer las preocupaciones de los vecinos y estos, sabiendo la capacidad de respuesta de la falla, exponer sus peticiones a la junta de la falla. Esta cercanía debe existir entre los vecinos y la falla y más cuando las extremidades de las figuras del monumento fallero están a punto de entrar en la intimidad de tu domicilio o al sentarte a la mesa del comedor ver que estás acompañado de una bailarina oriental o de un flautista mágico o de un pájaro exótico.
Desde aquel año en el que vi, desde el interior del comedor de mi casa, cómo una gran bola de fuego explotaba ante el ventanal del chaflán, las atenciones y las precauciones de la falla para proteger mi vivienda han mejorado muchísimo: la sustitución de la lona por los escudos de plancha que aíslan casi herméticamente los ventanales, el tratamiento de la madera de las ventas y la reparación de las humedades cada día más exigente, la limpieza puntual, al día siguiente, de los balcones y ventanas han sido pasos eficaces en la consecución perfecta de la preocupación de la falla por reparar las consecuencias lógicas de una gran falla que, durante unos días, forma parte de las fachadas en este cruce de calles.
Pero este año, la junta de la Falla de Camí Nou, va a bordar la protección de nuestra vivienda al colocar una plancha en la última ventana con mallorquinas que faltaba por proteger y por donde, tanto el agua de las mangueras de los bomberos como el calor de la Cremà, aún hacían sus estragos. Esta es la razón por la cual, no he querido que pasara desapercibida esta mejora y agradecer públicamente el trato tan exquisito con el que la falla y su junta, presidida por Emilio, nos han favorecido para el cumplimiento de todas nuestras demandas. Gracias a toda la comisión fallera de Camí Nou y que cunda el ejemplo. Solo por esto, ya os merecéis el primer premio, para mí. Bones falles.
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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