Relato literario de Eva Borondo
“La infantería estaba siendo masacrada por una tropa de dragones y coraceros que, a caballo, arrasaban las filas de los soldados a su paso”
Los domingos literarios
Bajo el permanente cielo sepia y entre nieblas de amarillo azufrado caminaba Pierre entre los carromatos infinitos, atento a la lluvia humana.
El tercer durmiente que atrapó fue Sebastián Martínez, ganadero de Jerez, que se había ofrecido voluntario para ser entrenado por el general Castaños con el fin de pertenecer a un escuadrón de caballería ligera dentro de los planes ofensivos contra la ocupación de las tropas de Dupont en Andalucía.
Sebastián fue enviado a Menjíbar junto a otros jinetes voluntarios de Jerez y Utrera que, cómo él, habían sido entrenados con habilidad en el ataque con garrochas, a falta de armamento, y se presentaron a la lucha sin otra protección que un fajín bien atado, en el cual escondían un cuchillo de monte. En esa batalla murieron muchos de ellos, pero aún quedaban suficientes para un nuevo ataque.
Así pues, horas antes de morir, el jerezano estaba apostado en los campos de Bailén formando parte de la segunda división bajo las órdenes del general Coupigny, que lideraba un escuadrón español.
Bajo la luz de la luna y las estrellas, animado por una brisa fresca, aguardaba órdenes en la línea con los demás jinetes. El canto de los grillos y las lechuzas fueron sustituidos por las explosiones de la artillería y los alaridos de los guerreros.
Los caballos relinchaban sintiendo el fragor del ataque a pocos metros y las luces del alba. Sebastián se sujetó el pañuelo con un nudo firme en la nuca mientras, a sus costados, los hombres se santiguaban y agarraban firmes sus lanzas.
La infantería estaba siendo masacrada por una tropa de dragones y coraceros que, a caballo, arrasaban las filas de los soldados a su paso.
A través de la humareda de pólvora, los garrochistas se adentraron al bullicio de sables, bayonetas y mosquetones, balas de cañón y estruendosas explosiones tratando de defender la línea de infantería.
Con gran agilidad y rapidez, Sebastián alcanzó a clavarles la punta de su lanza a varios soldados franceses, que lo miraban incrédulos e impresionados, sin saber identificar qué tipo de combatientes eran aquellos jinetes que embestían ferozmente a la temible caballería.
Un experimentado oficial de la brigada del general Privé acabó con la vida del jerezano cortándole con una daga el cuello una vez que hubo caído al suelo por las heridas que sufría su caballo. Fundido en negro. (Continuará) #p#ierreduval
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Buenos dias. No pierdo detalles. Saludos Juan Vcte.
Gracías, Juan Vcte, así me gusta ;)
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