La situación en Alzira se encuentra en un momento crítico, tanto a nivel político como institucional. Por un lado, UCIN Nacional ha decidido intervenir la agrupación local de manera irregular, y por otro, el alcalde de Alzira, Alfons Domínguez, y la concejala de Igualdad, Amèlia Blanquer, han demostrado una preocupante falta de responsabilidad ante una grave denuncia de acoso en el Ayuntamiento.
En cuanto a UCIN Nacional, su decisión de imponer una gestora en Alzira vulnera flagrantemente el artículo 23 de los estatutos de la formación, que estipula que “la gestora estará compuesta por afiliados de la Asamblea Local”. Sin embargo, la persona designada como presidenta de la gestora, Gema, está afiliada en Gandia, lo que convierte esta maniobra en un claro secuestro de la agrupación local. Además, se lamenta la falta de diálogo por parte de los responsables de UCIN Nacional, quienes, a pesar de haber estado recientemente en Alzira, no han considerado oportuno establecer contacto con los representantes locales para abordar esta problemática.
Esta actuación arbitraria no solo afecta a UCIN Alzira, sino que pone en jaque la confianza de otras agrupaciones locales donde el partido tiene responsabilidades de gobierno. Con decisiones unilaterales y carentes de seguridad jurídica, UCIN Nacional está demostrando ser un proyecto inestable que difícilmente será capaz de atraer candidaturas sólidas en futuras elecciones si no rectifican y devuelven la soberanía a la Asamblea Local.
Por otro lado, la actuación del equipo de gobierno de Alzira en relación al caso de acoso a una mujer denunciado en el Ayuntamiento es profundamente decepcionante. Hace más de un mes que esta situación
fue puesta en conocimiento de las autoridades municipales, pero ni el alcalde, Alfons Domínguez, ni la concejala de Igualdad, Amèlia Blanquer, han tomado medidas para defender a la víctima.
Especialmente grave es la postura de Amèlia Blanquer, quien durante años se presentó como una firme defensora del feminismo y la igualdad. Su pasado como activista del movimiento feminista de Alzira contrasta radicalmente con su actual silencio cómplice, que demuestra que su compromiso con estos valores era meramente superficial. Parece que su activismo feminista no iba más allá de posar para las fotos sujetando pancartas, mientras ahora, en un caso real, elige mirar hacia otro lado para mantener la mayoría que asegura su sueldo.
UCIN Nacional debe reconsiderar su enfoque hacia la agrupación de Alzira y buscar soluciones basadas en el respeto a los estatutos y al diálogo con sus representantes locales. De lo contrario, estará sentenciando a UCIN en Alzira. ¿Alguien se ha detenido a pensar qué pasará con UCIN Alzira una vez suspendan a Enric Montalvá si mantienen la decisión de que sea él quien haga y deshaga a sus anchas? Es importante que reflexionen sobre estas actuaciones y trabajen en una solución que respete los estatutos y refuerce la confianza en la formación, tanto en Alzira como en otras localidades donde el partido tiene representación.
Por su parte, el equipo de gobierno de Alzira debe asumir su responsabilidad y actuar con firmeza, poniendo fin a esta situación vergonzosa. No hacerlo no solo supone un desprecio a la víctima y a los valores de igualdad, sino también se está enviando un mensaje peligroso para toda la ciudadanía.
Es hora de que tanto UCIN Nacional como el equipo de gobierno de Alzira den la cara, rectifiquen y asuman las consecuencias de sus decisiones. La política no puede ser un juego de intereses personales cuando lo que está en juego son los derechos de las mujeres y la dignidad de las personas.
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