“Un negocio, que pese a la crisis obtiene una rentabilidad discreta, pasará a perder dinero por falta de financiación para sus operaciones”
Hace tiempo que la banca ha cambiado su modo de operar. Cada vez tiene más poder en relación a sus clientes, tanto si estos son proveedores de dinero (depositante e inversores) como si son prestatarios en sus diferentes formas.
La transformación del dinero en la mercancía más necesaria y la desregulación que su inmenso poder político le ha brindado han puesto las cosas donde hoy están. Y esta crisis provocada por ese estado de cosas, ese desequilibrio cada vez mayor de las fuerzas de las partes que contratan operaciones financieras, conduce a la mayor pobreza del resto, en beneficio de bancos y los grupos que los controlan y en última instancia poseen.
Por eso, los ahorradores e inversores obtienen rendimientos e intereses cada vez más bajos, excepto que depositen sus fondos donde los propios bancos les sugieran para obtener mejor rendimiento, hasta que se dan cuenta de que han comprado ‘preferentes’ y que ese atractivo nombre significa que les han estafado. Lo han perdido todo o, con suerte, gran parte.
Para salvar a la economía -realmente para enriquecer a los bancos-, les hemos dado cantidades ingentes de dinero público que ellos se ocupan de administrar y de no hacer llegar a las empresas.
Hace pocas semana se quejaba un cliente que no le descontaban “ni los pagarés de El Corte Inglés” a 90 días. De ese modo, un negocio, que pese a la crisis obtiene una rentabilidad discreta, pasará a perder dinero por falta de financiación para sus operaciones.
Frente a esa situación sólo cabe agachar la cabeza resignadamente o buscar alternativas sencillas y razonables. Eso son los clubs locales de inversión a lo que me refiero en estos apuntes.
Si aquellos que tienen ahorros no pueden obtener hoy rendimientos por ellos superiores al 3’5% y las empresas están pagando al menos un 7% y no consiguen la financiación necesaria, es hora de que pensemos en desintermediar las operaciones que ya estamos haciendo realmente y por las que dejamos a los bancos la mayor parte del beneficio por su mediación.
Para ello hacen falta: conocimientos para elegir la inversión que merezca la pena, imaginación para buscar la figura jurídica más adecuada a cada caso, independencia para equilibrar las garantías necesarias de cada operación y un mercado del tamaño adecuado para que la información fluya y resulte suficiente.
Asesores fiscales, economistas, abogados, asesores y consultores financieros independientes y, en general, los profesionales que estamos cerca de las empresas disponemos de información suficiente y de conocimientos para ello.
Toma minoritaria de participación en el capital, préstamos, obligaciones y un largo etcétera de instrumentos financieros acompañados de garantías suficientes, pero no abusivas, son operaciones perfectamente posibles. Se precisa quien juzgue la capacidad de devolución, pero para ello hay técnicas; las mismas que utilizan los técnicos de los bancos. Leer artículo completo en: sierra.com.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
¡La casa siempre gana!, ...........no va mas señores, gira la bola.
Añadir un comentario