Crónica de Aureliano J. Lairón Pla
De la calle que Alzira dedicó al santo tenemos noticias en el siglo XVI, y de fechas algo más posteriores de la “placeta de Sant Roch”, topónimo que sin duda hace referencia al hecho de encontrarse levantada ya la ermita
La celebración, el pasado domingo (el mes pasado en el momento de publicar estas líneas), de la fiesta mayor en honor de San Roque en el corazón de la vieja villa, y la significación, más bien la consideración, que siempre ha reunido aquel rincón de nuestro pueblo en el conjunto de la población nos invita en esta ocasión a tratar sobre el mismo.
En 1976, la empresa alzireña Cartonajes Suñer, sumándose a dos importantes efemérides que se celebraban aquel mismo año: el primer centenario de la declaración de Alzira como ciudad y el séptimo del fallecimiento del monarca Jaume I que la incorporó a la civilización cristiano occidental, tuvo a bien editar un interesante trabajo a caballo entre la historia el costumbrismo, siempre perfecto en lo literario, en ese que también domina del magnífico escritor de la Ribera, Soler i Estruch. Don Eduardo, a quien profesamos gran afecto, supo seleccionar y desarrollar, con gran maestría, estampas de la villa y de la ciudad. Una de ellas la tituló precisamente: “De Sant Roc i el seu carrer” y allí se recreó, ¡y de qué forma!, en un alarde de socarronería e imaginación, algo innato en él.
San Roque, según la tradición, nació en Montpellier y marchó a Roma, en peregrinación, no sin antes haber repartido entre los menesterosos de su pueblo la fortuna heredada de los suyos. Los hagiógrafos señalan las circunstancias de su santidad en el respeto a los sufrimientos y probanzas que le envió Dios. Peregrino impenitente hace el bien por donde va acompañado de un perro fiel.
El culto a San Roque se extendió con prontitud por Francia, Bélgica, Portugal, e Italia. La condición del santo de protector contra la peste le valió el favor de aldeas, pueblos, villas y ciudades. En el Reino de Valencia la devoción se desarrolló a partir del Concilio de Constanza (1414- 1438) incrementándose poco después.
Máximo Fili da cuenta de la aparición, por siete veces, de la peste en Alzira durante los siglos XV y XVI: 1421, 1429, 1438, 1459, 1474, 1477 y 1523. La de 1438 causó numerosas víctimas, la de 1474, consecuencia seguramente de la terrible inundación del año anterior, duró hasta marzo de 1476.
De la calle que Alzira dedicó al santo, un ramo del “carrer Major”, tenemos noticias en el siglo XVI, y de fechas algo más posteriores de la “placeta de Sant Roch”, topónimo que sin duda hace referencia al hecho de encontrarse levantada ya la ermita.
El manuscrito C- 20, de mitad del siglo XVIII, conservado en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, señalaba que la ermita de San Roque, al igual que la de San Cristóbal, dentro de la villa “están muy decentes y a cargo de los vecinos de la respectivas calles”.
En el empeño del vecindario y devotos y con el patrocinio del municipio -que también en determinados momentos lo hubo- alcanzaron la capilla y el santo aprecio.
Todos los años, aproximadamente por estas fechas, tenía lugar la Novena en la ermita. Los niños hacían sonar por las calles del barrio la campanilla que invitaba al oficio religioso: “Novena de Sant Roc, primer toc”. Tras la misa se entonaban los gozos. La misa mayor del día de la fiesta se llevaba a cabo en la plazuela de la ermita, de allí partía, asimismo, la procesión, lucida, con acompañamiento del clero de la parroquia de Santa Catalina, camareras y bandas de música y siempre un invitado especial por ser el más importante vecino de la barriada el edificio desde el que se orienta la vida ciudadana.
De aquello apenas queda constancia escrita. Bernardo Montagud, en 1984, recopiló para el libro “Alzira. El puente de San Bernardo”, del que es autor junto con Alfonso Rovira, interesantes noticias del devocionario local. De la iconografía alzireña del santo de Herault destaca una imagen, modelada en yeso, de bulto redondo y policromada, que se ubica en el principal templo de la ciudad junto al retablo-altar de los Santos Patronos, otra que sufragó Julio Tena que conserva la familia Ramón Oliver, una tercera, adquirida por la Comisión de Fiestas de la barriada, que es la que sirve para procesionar en la actualidad y una diminuta que se utiliza en el novenario que se lleva a cabo, desde hace años, en la capilla del Hogar “Santa Teresa Jornet” de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. El retablo cerámico de la calle, adosado al nuevo edificio construido hace unos años es el referente iconográfico.
Las doce piezas cerámicas de que se compone, muestran al santo “en actitud de marcha, sustentando en su diestra un largo báculo en el que se anuda una calabaza de agua. Cerca de su testa, nimbo áureo, melena y barba, capa con emblemas de peregrino, larga túnica ceñida por un cordón, calzado botas de caña alta”.
Aureliano J. Lairón Pla, 1 de septiembre de 1996
Cronista Oficial de la Ciudad de Alzira
Con autorización del autor para EL SEIS DOBLE. Texto publicado en Las Provincias en agosto de 1996 y en el libro “Alzira, ayer y hoy” editado por la Falla Plaça Major en 2003.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Me pregunto yo, al respecto de esta calle:
¿porque el ayuntamiento primero expropio las casas situadas enfrente de la plaza Cassasus?, después por un trozo de fachada (desde mi punto de vista, sin ningún valor arquitectónico), permite construir toda una manzana entera de edificios, "que no pegan ni con cola" con lo rehabilitado y el entorno...
para unos cuantos años después comprar las casas del principio de esta calle (desde la antigua papelería hasta el barbero), y ahora tienen previsto destruirlas y ensanchar la calle, dejando el edificio de la iglesia al descubierto.
Esto último me parece correcto, pero no entiendo porque permitieron construir los edificios de la Plaza del Carbón, puesto que sin ellos y con lo que tienen ahora previsto en la calle San Roque, se hubiera podido construir una preciosa y gran "Plaza del Ayuntamiento", en lugar de tener 4 minúsculas plazas, que son: Constitució, Cassasus, Carbó y Sufragi.
¿Porque el ayuntamiento sigue comprando innumerables inmuebles en La Vila, aún en tiempos de crisis? ¿Es necesario seguir invirtiendo comprando tantas casas?
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