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EL SEIS DOBLE
miércoles, 20 de marzo de 2013
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 Estampas y recuerdos de Alzira (193)
El rey que perdió la cabeza

“Jaime I de Aragón, el estadista más grande que jamás ha contado la historia”


 
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Sin duda, el Rey Don Jaime I de Aragón murió en Alzira dos veces. La primera fue el 27 de Julio de 1276 en la casa de l’Olivera, al carrer del Cristo. La segunda vez -no es que hubiera resucitado en los últimos 720 años que nos separan de su óbito- fue durante las fiestas de fin de año de 1995 y paso al presente 1996, cuando unos desaprensivos, con nocturnidad y alevosía aprovechando las vacaciones escolares de estas fechas penetraron en el centro causando importantes daños a la estatua del Conquistador, ubicada en el centro del jardín del referido instituto que lleva su nombre. Fue decapitada la estatua intentando destrozar la parte desprendida de la misma golpeándola sobre las piedras sillares procedentes del antiguo puente de San Bernardo, que rodean la imagen de fabricación de piedra de mármol. Afortunadamente ha sido restaurada y desde el pasado lunes vuelve a ocupar su sitial en el centro del jardín del instituto alcireño

Poco después de haber ocurrido este acto vandálico, el día 22 de enero, tras incorporarse a la docencia el director del Centro, Antonio Ródenas Sánchez, dio cuenta al alcalde quien hizo las gestiones con Agustín Ferrer Clari, arqueólogo municipal y director del museo, y éste con José Luis Andrés Pascual, concejal de Cultura del Ayuntamiento, quien dio el visto bueno para proceder a su restauración. Ferrer encargó a Ars Restauro la reconstrucción de la cabeza, limpieza de la piedra y unión con el cuerpo así como la colocación en el lugar donde ha estado en los últimos 25 años.

Como nada pasa sin dejar huella, cuando la hoy denominada Plaza de San Judas, antes calle Puente de Xàtiva, un monumento emplazado en la recoleta plaza que se construyó con un poco de elevación sobre la calzada, con un pequeño jardín y algún banco para el descanso de los vecinos que por allí deambulaban, se encontraba cara al sur de la provincia el monumento al Rey Jaime I, quien daba a modo de bienvenida a los que venían en dirección Norte, hasta que casi rayando la entrada de la década de los años 70, al transformar la plaza y dejarla en un pequeño aparcamiento de vehículos desapareció de su emplazamiento la egregia figura del Rey de Aragón, el estadista más grande que jamás ha contado la historia. Esta figura fue labrada en piedra marmórea por el escultor alcireño Enrique Casterá Masiá en 1955. Tiene una altura de 1’69 metros por 68 de diámetro y se alzó en la plaza Sant Judes Tadeo sobre la peana que durante pocos años, entre 1933 y 1940, estuvo el busto de Vicente Blasco Ibáñez, en la Montañeta del Salvador, obra también del ilustre escultor alcireño. En el frontis de la peana, en relieve, figuraba el escudo de la ciudad, el nombre del Conquistador y la fecha. En el reverso de la misma, una inscripción que decía: “Al glorios en Jacme lo Conqueridor, per qui ab la sua pericia i valor aquesta nostra ciutat, tunc Vila d'Algezira, clau del regne i fidelísima, la perla mes fina de la sua corona, hon ell mor i testa en pro d'En Pere lo Gran, son fill fonch deliurada del poder de la morisma i ornada de magnes prerrogatives i singulars privilegis. Alzira en bona recordació i ab agraiment sens fi”.

Por aquella época, al comienzo de los años 70, desapareció la plaza de San Judas y el Ayuntamiento cedió la estatua del Rey Jaime al Instituto que lleva el nombre de tan noble monarca, a petición del que fue director del mismo, el historiador alcireño Bernardo Montagud Piera, quien lo ubicó dignamente en el centro del jardín del Instituto, que él mismo diseñó y cuidó en los años que impartía la noble docencia.

Hoy la señera estatua vuelve, recién restaurada, a ser abrazada y custodiada por ocho piedras sillares procedentes de los pretiles del puente de San Bernardo, desaparecido hace ahora 30 años.

Al que suscribe le ocurrió una anécdota con la estatua de la que nos estamos ocupando, que hoy causaría hilaridad. Corría el año 1966 cuando me ocupaba de la parte gráfica de la Delegación Comarcal de este periódico de la que era responsable Ismael Mascarell. Como en todas las épocas ha habido gamberros, le colgaron de la cabeza del estatua del rey Jaime una cubierta de rueda de bicicleta que fotografiamos y publicamos, cosa que sentó mal a algún edil del consistorio alcireño, no muy bien avenido en aquel tiempo con el delegado del periódico, a quien debieron pedirle explicaciones; pero no lo hicieron directamente si no que el teniente alcalde José Tudela Ferrán encargó el caso al Jefe de Policía Municipal, Ramón López Burgos, persona encantadora, quien supo solucionar el problema muy dignamente para que a un servidor no lo empapelaran facilitándome el director del periódico, Adolfo Cámara Ávila, un carnet de corresponsal gráfico de la Delegación de Levante, con fecha anterior a la del conflicto fotográfico y así es como se paró la condena por haber publicado la foto de la coronación con una rueda de bicicleta a tan noble personaje terminando así la persecución a mi persona.

Aquella estatua del Rey Jaime que recibía a los viajeros que entraban a Alzira por el sur de la provincia, aún la recuerdan y reivindican los más viejos del lugar donde estaba en primera instancia instalada. Pienso y creo que está muy bien en el lugar que hoy ocupa, aunque en estos días con la conmemoración del Nou d’Octubre, cuando hemos asistido a los actos que se han celebrado en el Instituto hemos comprobado que deberían dar un pequeño repaso al jardín. Mientras tanto, el Ayuntamiento podría contentar a los de la barriada de San Judes Tadeu, con la fabricación y emplazamiento de una nueva estatua del Conquistador y una pequeña placita para recrearse y descansar en algún banco donde sentarse las personas mayores.

Alfonso Rovira 11.10.96

 


                           

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